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Obstetric violence

We interviewed Josefina Goberna

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Obstetric violence

08 September 2021

Josefina Goberna es profesora titular e investigadora en el departamento de Enfermería de Salud Pública de la Universidad de Barcelona. Desde la fundación se le concedió una beca para su investigación en torno a la violencia obstétrica, y hemos querido hablar con ella para que nos cuente más sobre un tema que lleva afectando tanto tiempo a las mujeres

¿Qué es la violencia obstétrica?

La mejor definición, y también la que está más aceptada, es la que se hizo en 2007 en Venezuela recogida en la "Ley Orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia" que dice sobre la violencia obstétrica: es la apropiación del cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres por parte del personal de salud . Sin embargo, la violencia obstétrica no empieza en 2007. Es un fenómeno que viene dado por la sociedad patriarcal en la que vivimos y se empieza a manifestar de forma clara desde que la medicina empieza a tener un interés en los procesos reproductivos de las mujeres; antes la atención al embarazo y parto era un tema de "mujeres" y la medicina sólo intervenía cuando aparecían complicaciones muy graves. Cuando la medicina centra la atención en el útero gestante y en los buenos resultados obstétricos, muchas veces se olvida de la mujer. Por ello, podemos afirmar que es una violencia de género: se hace contra las mujeres y por el hecho se ser mujer, se las infantiliza, sin tener en cuenta su voz . Podríamos decir que se trata del despotismo obstétrico: todo por el buen resultado del embarazo, pero sin la mujer.

Dado que es un fenómeno de gran alcance, ¿por qué crees que no se está hablando más y no recibe tanta visibilidad?

Últimamente se está hablando cada vez más, a raíz de la voluntad de incluir la violencia obstétrica en la Ley 2/2010 sobre la salud sexual y reproductiva y la interrupción legal del embarazo. Sí que es cierto que, en los medios de comunicación, no es un tema que se esté tratando tanto como quisiéramos. Pero uno de los hechos relevantes es que, a nivel conceptual, cuando hablas de este tema con mujeres no saben de qué les estás hablando, aunque después de mantener una conversación, a los pocos minutos muchas reconocen haber sufrido . Varios estudiantes de periodismo que han hecho reportajes sobre el tema, me han entrevistado. Pues bien, creo que algunos de los reportajes, a pesar de ser buenos, no han sido publicados porque el tema que tratan no genera el mismo interés que otros, se siguen definiendo como "temas de mujeres" y por tanto "menores" . De hecho, en muchas charlas, han venido a hablar conmigo mujeres mayores que no han oído hablar del concepto "violencia obstétrica", pero que lo saben reconocer inmediatamente cuando se les explica.

Algunos estudios sugieren que este fenómeno tiene mucho que ver con la educación que recibe el personal sanitario. ¿Qué opinas?

Estoy de acuerdo, pero yo cambiaría el término "educación" por socialización". Hay actitudes y maneras de hacer que se van transmitiendo de generación en generación, que independientemente de lo que se enseñe en la academia, se adquieren en la práctica. Cambiar estas formas de hacer y de ser es complicado, dado que las instituciones también las favorecen, y resulta difícil trabajar de otra manera y lograr un cambio. Si un estudiante de obstetricia debe practicar un parto con fórceps y o tiene que hacer directamente a la vagina de una mujer, porque ha sido imposible hacer una simulación , quiere decir que esta práctica (que es violenta, si no está claramente indicada y se hace sólo para practicar) también es debida a factores institucionales (de recursos, de organización) y no exclusivamente de los profesionales.

Teniendo en cuenta que se trata más de un fenómeno de socialización, ¿qué medidas se han tomado o se pueden tomar para eliminar este tipo de violencia?

Aunque entonces no se llamaba violencia obstétrica, en 2006 en el informe anual del Defensor del Pueblo ya se hizo eco de este tema. En 2008 se elaboró una estrategia de atención natural al parto normal. Por lo tanto, se ha estado trabajando para tratar de evitarla. Pero, considero que aquí es importante remarcar una distinción entre la práctica sanitaria y la relación asistencial. En relación a la práctica sanitaria, se han empezado a dar pasos importantes (no hacer procedimientos, que se han ido institucionalizando, sin estar avalados por la comunidad científica). Donde no se ha trabajado tanto es con la relación asistencial, es decir, con todo lo relacionado con tener en cuenta la autonomía y hacerlo teniendo presente la necesidad de consentimiento en todas las prácticas que le afectan. Y es aquí donde hay que seguir trabajando.

Y en medio de esta situación, que a priori ya es bastante complicada, llega una pandemia. ¿Cómo ha afectado todo esto en la atención asistencial del embarazo y el parto?

La pandemia ha colapsado el sistema sanitario, la ha puesto en crisis. En los hospitales y en los centros de atención primaria se tuvieron que dedicar en exclusiva a atender la nueva enfermedad y dejaron de lado la mayoría de las otras patologías. Entonces, ¿qué pasó con los embarazos y los partos? Al inicio de la pandemia el virus afectaba sobre todo a personas mayores y personal sanitario y no se sabía que había casos asintomáticos. Los paritorios eran consideradas como burbujas esterilizadas de Covid-19 y se tardó más en protegerlas, al final iban mujeres sanas. Cuando se supo que había casos asintomáticos, se tomaron muchas medidas, tales como no dejar entrar a los acompañantes. Ha sido todo muy compleja y la repercusión que ha tenido ha sido que las mujeres embarazadas han quedado aisladas, han dejado de hacer seguimientos de embarazo, casi todas las visitas hospitalarias han pasado a hacerse en línea. En las entrevistas que estamos haciendo en la investigación con la beca de la Fundación Grífols, alguna mujer comentó "yo antes de la pandemia era una embarazada de riesgo, y después pareció que me había curado, porque nadie tuvo en cuenta si tenía complicaciones ".

Paradójicamente a este abandono que me comentas, entre los colectivos más vulnerables a la Covid-19 aparecían las mujeres embarazadas. ¿Se trataba de una medida preventiva o hay evidencias científicas que lo relacionen?

Ha habido varias fases respecto eso. En un primer momento, sí había informes que clasificaban las mujeres embarazadas como personas de riesgo, sin tener todavía evidencia. Más adelante se dijo que tenían el mismo riesgo que otras mujeres de la misma edad, muestra de ello es que cuando se empezó a vacunar no se tuvo en cuenta a las embarazadas como colectivo prioritario. Después se vio que, sobre todo durante el tercer trimestre, sufrir la Covid-19 puede suponer problemas, tanto para la madre como porque hayan más partos prematuros. Y esto se ha ido constatando conforme ha ido avanzando la pandemia. También se ha visto que la vacuna no ha presentado problemas cuando se ha administrado en embarazadas, especialmente con las de ARN que han puesto a muchas mujeres en los EEUU y se ha hecho un seguimiento . Durante esta última ola se ha llegado al consenso de la necesidad de vacunación a todas las embarazadas.

Durante el último año y medio hemos experimentado políticas que han supuesto una amenaza a nuestras libertades como el toque de queda, confinamientos municipales, pasaporte inmunitario..., generando un intenso debate en torno al binomio libertad-paternalismo. En el caso del embarazo, ¿se puede justificar cierto paternalismo del personal sanitario en el marco de la situación generada por la Covid-19?

Tomar decisiones en un entorno de total inseguridad, ante el hecho de que no se saben muchas cosas sobre el virus, es muy difícil. En este contexto, se puede explicar porque se adoptan posturas paternalistas, pero eso no lo justifica. En la situación actual, los hospitales, un lugar que daba seguridad, pasa a ser todo lo contrario y pueden haberse convertido en una amenaza para las embarazadas. Durante los primeros meses de la pandemia, los derechos que se habían ido consolidando en la atención al parto no se garantizaron, pero luego tanto los profesionales como las asociaciones de usuarias han trabajado mucho para que las mujeres pudieran tener este derechos garantizados (poder estar acompañadas, poder estar con el bebé, etc.), pero quizás se ha cuestionado menos la seguridad del lugar de nacimiento. Y pienso que la pandemia nos debe servir para replantear cómo deben ser los lugares donde atender los nacimientos.

Este es uno de los retos de atención al parto que la pandemia ha puesto de manifiesto. ¿Cuáles dirías que son los principales retos éticos que ha planteado y como la bioética puede ayudar a afrontarlos?

Considero que la bioética tiene un papel fundamental , antes de la pandemia y después. Los profesionales sanitarios nos acostumbramos a mover por cierto cientificismo, que sólo tiene en cuenta lo objetivo, y se olvida la relación asistencial. Se deben poner esfuerzos en promover los aspectos bioéticos de la atención sanitaria, que son aquellos que reclaman el respeto, la dignidad, tener en cuenta a la mujer para que sea ella quien tome sus propias decisiones como persona adulta que es. Y podrá tomar sus decisiones, si está bien informada. Si no es tiene esto en cuenta, entonces es fácil caer en puntos de vista, igualmente paternalistas, según los cuales un parto humanizado debe ser un parto natural sin intervenciones médicas, sin atender si es eso lo que la mujer quiere y sin tratar los aspectos relacionados con el respeto a la dignidad, a la privacidad o a la autonomía de las mujeres.

Desde nuestra fundación se te ha concedido una beca para la investigación de este tema. ¿Qué es lo que más te está sorprendiendo desde que pusiste en marcha el proyecto?

De momento, los resultados obtenidos más que sorprender, constatan que las mujeres no han estado tan asustadas por la pandemia, como por si tenían complicaciones con el embarazo por no ser atendidas en los hospitales. Lo que sí me ha sorprendido es lo que antes comentaba, que no se ha planteado mucho el tema de la seguridad: ¿Cuál es un espacio seguro para tener hijos en estos momentos? Evidentemente cuando les preguntan a médicos y comadronas dan su opinión y es casi unánime hacia conseguir espacios de atención al parto relacionados pero físicamente separados del hospital. Y me ha sorprendido que no se haya hecho la reflexión en una sociedad occidental en pleno s. XXI . También me gustaría comentar que muchas de las mujeres entrevistadas que habían sido madres durante los primeros meses de la pandemia, han accedido a hacerlo para hacer oír su voz y manifestar que les habían faltado herramientas para saber qué debían hacer cuando tuvieran el bebé. El problema de la conciliación se ha agravado debido a la pandemia y me han pedido, de forma reiterada, que hiciera oír la investigación y sus voz para reclamar más y mejores medidas de conciliación en un momento tan complicado.

 

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