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Curing and caring: a continuum

Victoria Camps gives an advance extract from the forthcoming monograph, "La atención a las necesidades sanitarias y sociales" (Attending to health needs and social needs).

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Curing and caring: a continuum

22 November 2021

(Text only in Spanish)

Parece evidente que la solución a la que hay que aspirar para superar la división de funciones entre lo asistencial y lo sanitario es reestablecer una continuidad que en otros tiempos fue más natural y fácil sencillamente porque las necesidades eran menores, la gente se moría más joven y las familias –a saber, las mujeres- vivían en exclusiva dedicadas al cuidado de los más frágiles. Muchas son las razones y las causas –no hace falta desgranarlas porque son de sobra conocidas- que han desembocado en una situación en que la atención médica es mucho más sofisticada, los tratamientos son más complejos, y la asistencia que puede proporcionar la familia es más problemática. Los que más sufren las consecuencias perversas de los cambios sociales, científicos y tecnológicos son los más necesitados que carecen de medios económicos y culturales para hacer frente a las necesidades de cuidado.

No me cansaré de recordar el impagable informe que el Hastings Centre publicó en los años noventa del siglo pasado sobre "Los fines de la medicina". En él se hacía eco ampliamente de los cambios experimentados por las sociedades actuales, los cuales debían repercutir en una concepción distinta de los fines de la medicina. Si lo habitual había sido dar por supuesto que el fin de la medicina era curar y alargar la vida, ahora esos fines se veían como demasiado simples para afrontar las necesidades de la población. La misión de la medicina, además de curar, debía ser también prevenir la enfermedad, cuidar a quienes no tienen curación y ayudar a morir. Dicho de otra forma, la función asistencial, el cuidado, que en los centros médicos era propia de la enfermería, debía estar más integrada en el cometido de la medicina que a su vez debía hacerse cargo de los cuidados paliativos y del cuidado de los enfermos crónicos. Curar y cuidar se complementan y es un disparate que discurran como actividades separadas.

 

Efectos de la pandemia

Como he dicho más arriba, esa complementariedad se ha echado de menos a raíz de la pandemia no tanto en los hospitales como en las residencias de mayores o en la atención a la discapacidad. La necesidad de tomar medidas muy restrictivas que condenaban a los discapacitados a quedarse en casa y a los residentes a permanecer aislados en su habitación repercutió en su salud física y mental. El foco de atención y de preocupación señaló a las residencias geriátricas que evidenciaron claramente su escasa dotación para el trabajo que tenían a su cargo. En parte porque los geriátricos, salvo excepciones, se deben poco a la misión de servicio público que deberían asumir. Un servicio, por definición, no es un negocio, por eso es un deber de la administración la dotación y el control de los servicios más básicos. Pero es que, además, la pregunta que se plantea es si estamos ofreciendo el servicio adecuado, el tipo de asistencia y protección que requiere la vejez con todas las carencias que conlleva el ir perdiendo las capacidades que hacen de la persona un ser autónomo. Uno de los interrogantes que la pandemia ha puesto en primer término y que debiera ser ineludible es qué tipo de asistencia es la más adecuada para los mayores de nuestro tiempo.

El pensamiento crítico con respecto a la reclusión de las personas en centros de distinto tipo para su tratamiento, recuperación, castigo o simplemente, para aislarlos del resto de los mortales, cuenta con nombres ilustres. Foucault es uno de ellos. También Erving Goffman cuya obra Internados ocupa un lugar destacado entre los clásicos de la sociología. Goffman llamó a instituciones como las cárceles, los asilos, los cuarteles, los manicomios, también las nursing homes, "instituciones totales", una pareja de conceptos que alude a la represión y a la dominación como instrumentos de sometimiento y orden.

Es difícil responder a la pregunta por la mejor manera de atender y cuidar a los necesitados de ayuda con un modelo preciso. Pero hay una respuesta que se va repitiendo a medida que se descartan las instituciones existentes por impropias. La mejor residencia, la mejor forma de acogida a las personas que no pueden valerse por sí mismas, que se encuentran inseguras y solicitan algún tipo de cuidado, es aquella más similar a la propia casa, la que difiere menos de lo que entendemos por "hogar".

 

Victòria Camps, filósofa y presidenta de la Fundació Víctor Grífols i Lucas

 

Extracto del cuaderno 'La atención a las necesidades sanitarias y sociales, ¿sumamos o dividimos?' Editado en colaboración con la Fundación Mémora. Próximamente será publicado.

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