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"El debate asociado al CRISPR debe partir de la comunidad científica, pero en él debe participar el conjunto de la sociedad"

Entrevista a Salvador Macip

Participó en las conferencias dedicadas a los avances en CRISPR, sobre las cuales hemos publicado nuevo cuaderno.

Salvador Macip es médico, investigador y profesor del Departamento de Biología Molecular y Celular de  la Universidad de Leicester. El pasado mes de mayo participó en las  conferencias Josep Egozcue  dedicadas a los avances del CRISPR, sobre las cuales hemos publicado recientemente un nuevo cuaderno. El 20 de diciembre impartió la conferencia "Jugar a ser Dios: los retos éticos y sociales de la medicina del siglo XXI", en el marco del acto de entrega de los premios Ética y Ciencia.


¿Cómo se está aplicando actualmente el CRISPR en humanos?
El CRISPR tiene como objetivo editar material genético en cualquier forma o circunstancia. Todavía nos encontramos lejos de lo que intuimos que podremos hacer, pero las posibilidades ya están bastante marcadas. Actualmente, en investigación, ya estamos trabajando en la edición de células de animales. En humanos es un poco más complicado ya que existen consideraciones éticas, que van más allá del avance de la técnica, pero ya se han dado los primeros pasos de lo que podría ser la edición genética de embriones. Todavía nos encontramos en un estadio muy inicial y debe existir mucha discusión antes de que realmente se puedan tratar los embriones humanos. Lo que el CRISPR ya puede hacer a día de hoy es intervenir en determinadas terapias. La técnica que ya se podría aplicar consiste en extraer  células de un organismo, modificarlas genéticamente y volverlas a inyectar en el cuerpo. Esto permitirá reactivar el sistema inmunitario o provocar que vuelvan a funcionar células que no lo hacen por distintos motivos. Este sistema es muy prometedor y tiene que ser el primer paso para la modificación de células dentro del propio organismo humano.


¿A corto, medio y largo plazo cómo evolucionará la aplicación de la técnica?
Es difícil hacer predicciones muy exactas, ya que los avances son exponenciales y en los últimos años se han dado pasos espectaculares.  En los próximos cinco años posiblemente veremos una aplicación estandarizada en centros hospitalarios del CRYSPR bajo la técnica que comentaba anteriormente, la extracción y modificación de células.  El siguiente avance, probablemente a una década vista,  permitirá  el tratamiento dentro del propio cuerpo y, a largo plazo, se abordará la edición de embriones, pero como ya he dicho, su aplicación no depende únicamente de la ciencia, ya que conlleva un debate ético asociado para el cuál a día de hoy todavía no estamos preparados.

A cerca del debate ético. ¿Quién debería liderarlo?
Debe partir de la comunidad científica, que es  quien está preparada y conoce las posibilidades, las perspectivas y las herramientas que se pueden utilizar. Pero liderar no significa monopolizar. Estamos hablando de un debate en el que debe participar el conjunto de la sociedad. Debe partir de un principio técnico que es complejo pero que los científicos tenemos el reto de hacerlo comprensible. Una vez superado este primer paso el debate debe ser completamente abierto para que puedan intervenir expertos en bioética, políticos, sociedad civil… Además, posiblemente, será una discusión que se debe realizar localmente, ya que será muy difícil encontrar un consenso global.


¿Y cuándo debe iniciarse este debate?
El problema es que no tenemos mucho tiempo, ya que la parte técnica está casi a punto. Si no  existe regulación nos podemos encontrar que se puedan empezar a aplicar determinadas técnicas sin consenso previo. Lo que no podemos hacer es tirar por la borda todas las posibilidades  que nos ofrecen los avances, solo por el miedo de que no se utilicen de forma correcta. Hemos de encontrar el equilibrio para conjugar los beneficios y evitar las malas prácticas y, para ello, es imprescindible que exista un debate profundo.


¿Por dónde debe empezar el debate?
El punto de partida debe ser poder determinar a quién implicamos para participar en este debate y qué podemos hacer para sumar a quienes todavía no estén capacitados para intervenir. También es fundamental que nos pongamos de acuerdo hasta dónde queremos llegar con las técnicas de edición genética y evitar su mal uso. Es vital que los gobernantes puedan regular y establecer guías para determinar su uso. Podemos reconocer que todavía no estamos preparados para abordar el tratamiento de embriones humanos, pero sí debemos avanzar en otros ámbitos, que ya son prácticamente una realidad. 


¿Cómo investigador, cuál cree que es la aportación  más relevante de los avances científicos en materia de edición genética? 
El hito más importante de las dos últimas décadas ha sido la revolución genómica. Desde principios de este siglo conocemos el mapa completo del genoma humano. La investigación actual  avanza a gran velocidad gracias a la información genética que encontramos en las bases de datos públicas.  Este es el sustrato de las mejoras que estamos viendo con técnicas como el CRISPR o en el ámbito de la medicina personalizada.  Está cambiando la perspectiva científica y médica. Cada vez es más rápido y económico leer los genomas y lo estamos implementando en medicina para ofrecer a los pacientes los tratamientos más adecuados.


¿Y la parte negativa de todos estos avances?
El principal peligro es el que ya se ha producido a lo largo de la historia cada vez que ha existido un avance científico relevante, y tiene que ver  en que se agranden todavía más las diferencias entre pobres y ricos. Esta situación ya se experimentó con los antibióticos, posiblemente el avance científico más espectacular de la historia de la humanidad, ya que significó que en poco tiempo se incrementó la esperanza de vida de manera considerable. Al principio no eran accesibles para toda la población y en muchos países la gente seguía muriendo de enfermedades infecciosas. El reto es que con la edición genética esta transición, que resulta inevitable, sea lo más corta posible. La solución no resulta sencilla, pero lo que tampoco podemos hacer es dejar de aplicar una tecnología hasta que no sea accesible a todo el mundo. Desde el punto de vista ético y moral tampoco sería justo. Si tenemos la capacidad para aplicar mejoras hay que implementarlas, pero debemos evitar un escenario en el que pueden llegar a convivir los "post humanos" con los humanos tradicionales, aquellos que todavía lucharían por combatir enfermedades ya superadas en los países más avanzados.


¿Qué papel deben jugar los más  jóvenes en este escenario?
Regularmente imparto conferencias para jóvenes en las que trato temas como la bioética, genética, cáncer o el envejecimiento… ante  audiencias que van desde los 11 a los 18 años. La principal conclusión es  que tendemos a proteger e infantilizar a las personas de estas edades, pero la realidad es que  están  más capacitados de lo que nos pensamos para emitir juicios de valor y opiniones sobre estos temas. Es importante implicarlos en el debate lo antes posible. Si formamos a los jóvenes para entender problemas, valorar posibilidades y les enseñamos a tomar decisiones razonadas, más allá de lo que opina su entorno familiar o socio cultural, la humanidad tendrá mucho ganado y podremos avanzar hacia un futuro mejor.


 

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