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Ética e investigación

Investigadores de referencia debaten sobre el futuro de la investigación.

La segunda jornada de las XI Conferencias Egozcue se celebró el 14 de junio y estuvo dedicada a la ética en investigación. La investigación está enfocada a mejorar la salud de la humanidad, y los participantes en cualquier estudio son un medio para conseguir un fin. Si se utilizan a las personas y no se aporta beneficios significativos, se puede caer en su explotación. Por todo ello, se introduce la ética en investigación, que tiene por objeto minimizar la explotación de las personas.

 

Para Ezekiel Emanuel, catedrático de Ética Médica de la Unviersidad de Pensilvania, la ética en investigación debe ganar mucho mayor protagonismo, ya que actualmente está limitada y debe  ser más rigurosa. Los comités éticos cuentan con muchas pautas para analizar si las investigaciones son éticas: Nuremberg Code, Declaración Helsinki, Informe Belmont, CIOs, Common Rule, pero estos tratados entran en contradicciones y fueron creados para solucionar situaciones puntuales, pero carecen de perspectiva general.

 

El equipo de Ezekiel Emanuel ha trabajado en los últimos años en el desarrollo de una serie de principios éticos que deberían ser considerados antes de poner en marcha cualquier proceso de investigación: los estudios deben aportar valor a la sociedad;  sus resultados deben tener un valor científico relevante; es imprescindible una selección justa de los sujetos que participaran en el estudio; el ratio riesgo-beneficio debe decantarse claramente por los beneficios; es imprescindible contar con el consentimiento informado de los pacientes y se debe respetar a las personas que participan. Para Emanuel, si no se aprueban la totalidad de estos principios, la investigación no debería llevarse a cabo.

 

El principio más importante es el que se refiere al riesgo-beneficio de la investigación. Para el oncólogo es imprescindible no basar el análisis de riesgos de cualquier estudio en la intuición, ya que debe estar sujeto a una evaluación sistemática. Para ello, propone un cálculo pormenorizado de análisis de datos, de los cuales se puedan extraer conclusiones del riesgo-beneficio de cualquier proyecto de investigación.  Para analizar estas variables se han marcado unas pautas que concluyen que una investigación de riesgos mínimos es aquella en que  la dificultad o perjuicio que puede significar para las personas  no es mayor que lo que se pueden encontrar en la actividad diaria. La vida cotidiana está sujeta a riesgos (accidentes domésticos,  de circulación, lesiones en prácticas deportivas). A partir de este análisis estadístico se debe determinar el porcentaje de riesgo cotidiano existente en el  entorno concreto,  y compararlo con los riesgos objetivos de una investigación. Si el riesgo que conlleva está a la par o por debajo del riesgo mínimo cotidiano del entorno en que se realizará el estudio, la investigación se puede llevar a cabo, en caso contrario, debería descartarse.

 

Investigación biomédica en nuestro país

 

Como cierre de las jornadas, reconocidos investigadores como Manel Esteller (investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge), Bonaventura Clotet (director del IrsiCaixa), Mercè Boada (directora médica de la Fundació Ace) o Joan MV Pons (coordinador científico de la agencia de calidad y evaluación sanitaria Aquas, participaron en una mesa redonda para debatir sobre el estado de lqa investigación en nuestro país. Los expertos coincidieron en destacar la importancia de la investigación como generadora de conocimiento, riqueza y salud. En general, la situación es positiva ya que existe mucho talento investigador que es reconocido en todo el mundo. A pesar de ello, los investigadores señalan  la importancia de que las administraciones públicas apuesten por la investigación y no reduzcan su presupuesto en situaciones de crisis como la vivida en los últimos años. También reclaman que se siga apostando por proyectos como ICREA,  destinado a atraer talento de cualquier parte del mundo, pero que en los últimos años ha visto reducido su presupuesto. 

 


Los participantes en la mesa redonda consideran que es necesario  fomentar la cultura investigadora, que debe empezar por enseñar en las escuelas los beneficios que aporta al  territorio donde se desarrolla. También debe incentivarse el fundraising  entre personas y empresas, como fórmula para la  financiación de proyectos, explicando los beneficios económicos que pueden derivarse de la investigación. Estas prácticas son muy habituales en algunos países, pero carecen de tradición en nuestro entorno. Por último, los investigadores apuntaron la conveniencia de relativizar el afán por la publicación de estudios, ya que en los últimos años muchos de ellos han tenido que ser retirados por no cumplir con los requisitos de un trabajo científico. Es conveniente encontrar otras fórmulas para premiar el trabajo de médicos y científicos y que el reconocimiento no se encuentre únicamente sujeto al número de publicaciones en revistas de prestigio y las menciones que genera un estudio.


 

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