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Mediation must be ethical or it will be nothing
18 November 2019
(Text only available in Spanish)
La relación asistencial es asimétrica, el paciente, el que sufre y a quien se le pide paciencia, espera, con esperanza, que el profesional lo acoja y lo acompañe a resolver, paliar o convivir lo mejor posible con sus problemáticas de salud. Este tipo de problemáticas lo inundan todo, no solo el terreno de lo fisiológico. Desgraciadamente, no siempre esta acogida se hace integral ni hospitalariamente. Y cuando el profesional sí lo quiere hacer y lo hace, no es fácil acertar, puesto que cada paciente, en cuanto que persona, es un mundo. A menudo tampoco la organización donde el profesional trabaja lo dispone todo para facilitar el encuentro.
Según cómo se gestione el sufrimiento de un paciente, según sea su relación con el profesional y la organización, se palia el sufrimiento o se aumenta el de todos ellos. Nos queremos detener en la complejidad de gestionar el sufrimiento de todos los implicados: el del paciente, en primer lugar, el del profesional, que a pesar de atender el llamamiento se encuentra limitado; y el de la organización, que no puede tener éxito en su encargo sin la alianza del dos anteriores.
La gestión del conflicto en el ámbito asistencial: ¿por qué hay que hablar hoy de esto?
Sin ánimo de ser exhaustivos, sí llaman la atención algunas peculiaridades de nuestra sociedad, en lo que se refiere a su relación con el sufrimiento y la gestión del conflicto que se genera en las relaciones asistenciales.
En primer lugar, podríamos decir que la nuestra es una sociedad que se quiere indolora, sin deberes, que vive en un tipo de tentación de la inocencia o de happycracia. Por un lado, no asumimos nuestra responsabilidad en lo que nos pasa; o culpamos a los otros, o exigimos que sean ellos quienes nos lo resuelvan. Cuando el sufrimiento se presenta, pedimos una solución profesional e inmediata. Las exageradas expectativas sobre la capacidad de los profesionales asistenciales de resolverlo todo y ya hacen que, cuando no es así, enseguida se considere negligencia de aquellos. Pero, por otro, también hay una negación del sufrimiento, no aceptamos la constitutiva condición vulnerable del ser humano.
La presencia de cuerpos de seguridad en los hospitales y en los centros de salud; el aumento de la violencia física y verbal a los profesionales y la reconsideración de las penas al delito por agresión a estos, son otra prueba del malestar en la cultura del bienestar. Se da así una especie de paradoja: cuando más capacidad tenemos para paliar ciertos sufrimientos, generamos voluntariamente otros.
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Texto de "Una mirada ética en la gestión de conflictos", publicación actualmente en fase de edición.
Foto: Tim Gouw / Unsplash