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Vivir en la calle

En nuestro blog explicamos la situación de las personas sin hogar

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Vivir en la calle

13 noviembre 2024

Las personas que viven en la calle deben afrontar el proceso de final de vida, en circunstancias marcadas por la soledad y la exclusión social. 

¿Qué es el sinhogarismo?

El sinhogarismo se refiere a la situación de las personas que no tienen un hogar fijo y seguro. En Barcelona, la Fundación Arrels estima que hay más de 3.000 personas que viven en la calle o en alojamientos temporales. Los motivos que llevan a una persona a vivir a la calle pueden ser muy diversos, acostumbrando a involucrar la pérdida de trabajo, problemas de salud mental, adicciones y rupturas familiares.

El sinhogarismo no es una realidad homogénea, manifestándose de distintas maneras. Según la tipología ETHOS (European Typology of Homelessness and Housing Exclusion), se puede clasificar en cuatro categorías principales:

  • Sin techo: personas que viven en la calle o en espacios públicos sin ningún tipo de refugio.
  • Sin vivienda: personas que viven en refugios temporales, albergues o centros de acogida.
  • Vivienda insegura: personas que viven amenazadas de exclusión social debido a alquileres inseguros, desalojo, violencia doméstica.
  • Vivienda inadecuada: personas que viven en condiciones insalubres o en viviendas que no cumplen los estándares mínimos de habitabilidad.

Causas

El sinhogarismo es un fenómeno complejo que puede ser causado por una combinación de factores personales, sociales y estructurales. Las causas del sinhogarismo son múltiples y a menudo interconectadas. Por lo tanto, no se pueden relacionar a un hecho concreto, sino a una situación que se ha ido deteriorando a lo largo del tiempo y la forma como se ha ido gestionando.

Factores económicos: la pérdida de trabajo, los bajos ingresos y la falta de vivienda asequible son causas significativas que pueden llevar a una persona a vivir a la calle.

Movimientos migratorios: las personas inmigrantes a menudo se encuentran en una situación más frágil debido a la falta de red de contactos, dificultades administrativas, barreras idiomáticas y discriminación.

Rigidez de los Servicios Sociales: los mecanismos de ayuda y los servicios sociales pueden ser demasiado rígidos y no siempre tienen en cuenta las necesidades individuales de las personas.

Factores personales: un divorcio, la muerte de una persona querida, problemas de salud, y la falta de formación pueden contribuir al deterioro de la situación de una persona.

Adicciones: el alcoholismo o el consumo de otras drogas no son la única causa para llegar a vivir en la calle, pero en muchas ocasiones pueden ser consecuencia de ello. Las personas pueden empezar a consumir para evadirse, dejar de pasar frío o no pensar en las agresiones.

Desconfianza y aislamiento: Perder la confianza en los demás y en los servicios de ayuda puede hacer que las personas no pidan ayuda o rechacen las ofertas que no se ajustan a sus necesidades.

Estas causas a menudo se combinan y se refuerzan mutuamente, creando un círculo vicioso que es difícil romper sin una intervención adecuada y un soporte continuado. La solución debería pasar por proporcionar viviendas a precio asequible donde las personas puedan vivir de manera estable.

Impacto del sinhogarismo

Vivir en la calle significa enfrentarse a condiciones adversas diarias, como el frío, el calor, la inseguridad y la falta de acceso a servicios básicos como el agua potable, un lavabo, una ducha y los servicios sanitarios. Estas condiciones pueden deteriorar rápidamente la salud física y mental de las personas sin hogar.

Además, vivir en la calle a menudo conlleva un estigma social significativo. Las personas sin hogar pueden ser objeto de discriminación y trato injusto por parte de la sociedad, lo que puede afectar a la autoestima y deteriorar la salud mental. Este estigma puede dificultar aún más su capacidad para salir de la situación, ya que pueden encontrarse con barreras adicionales a la hora de buscar trabajo, alojamiento y apoyo social.

Salud y vivir en la calle

La situación que experimentan las personas sin hogar deteriora su salud y acorta la esperanza de vida. De media, una persona sin hogar en Barcelona vive 25 años menos que el resto de la población. Las condiciones adversas como el frío, el calor, la inseguridad y la falta de acceso a servicios sanitarios contribuyen a este deterioro.

Además, la falta de acceso a servicios sanitarios básicos puede conducir a problemas de salud graves. Las personas sin hogar a menudo no tienen acceso a duchas, lavabos ni agua potable, ni alimentos nutritivos lo que puede provocar infecciones y otros problemas de salud...

Vivir en la calle también tiene un impacto significativo en la salud mental de las personas. La inseguridad constante, la falta de privacidad y el estrés de no saber dónde se pasará la próxima noche pueden contribuir a problemas de salud mental como la ansiedad, la depresión y otros trastornos. Además, las personas sin hogar tienen muchas dificultades para acceder a servicios de salud mental, lo que puede limitar aún más su capacidad para gestionar problemas como estos.

Acompañamiento al final de la vida

Entidades como la Fundación Arrels no sólo acompañan a las personas sin hogar durante su vida, sino también en sus últimos momentos. Cuando una persona entra en una residencia o necesita atención especializada, el equipo de voluntarios de Arrels continúa visitándola y asegrándose de que no le falte nada.

El acompañamiento en los momentos finales de la vida es crucial para asegurar que las personas sin hogar no mueran solas ni desatendidas. Este acompañamiento puede incluir visitas regulares, apoyo emocional y ayuda para acceder a servicios médicos y otros recursos necesarios. Además, el acompañamiento puede ayudar a garantizar que las personas sin hogar puedan cumplir sus últimas voluntades, tener una despedida digna y en compañía.

Arrels acompaña a las personas sin hogar hasta el último momento de su vida, escuchando y respetando sus decisiones. En 2023, se despidieron de 55 personas que vivían o habían vivido en la calle en Barcelona, con una edad media de 57 años, que supone 25 años menos que la esperanza de vida de las personas de la ciudad.

De todo ello hablará Paola Contreras, en la próxima conferencia sobre "Sinhogarismo y final de vida", el 20 de noviembre en Aamics per a la Unesco de Barcelona.


La información de este post ha sido obtenida de la web de Arrels Fundació.
 

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